Ideología

Edición 22                                                                                    


El peronismo será revolucionario 
o no será nada
(Fragmentos)
 
 

María Eva Duarte, conocida como "Evita" Perón, nació en Los Toldos, provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1919. La situación social y el entorno en el que pasó la mayor parte de su infancia y algo de su adolescencia generaron una impresión en ella que duraría hasta los últimos días de su vida, permitiéndole entender la importancia del deber social y su compromiso con los más necesitados de la Patria.
En la búsqueda por encontrar una manera de desarrollar sus capacidades, Eva llega a ser actriz y a realizar un programa radial que logró tener cierto renombre en Argentina. Sin embargo, su vida cambiaría por completo en 1944 cuando conoce a Juan Domingo Perón, militar argentino que lideró uno de los movimientos sociales más trascendentes de esa nación durante el siglo XX.
"Evita" se casa con Perón en 1946, quien ese mismo año es electo presidente de Argentina. Eva fue un elemento primordial para la transformación social que se pretendía llevar a cabo en su país, no solamente por la pasión característica de sus discursos, sino por haber liderado el movimiento popular y obrero conocido como los "descamisados", promover la "acción social directa", dar respuesta a muchas de las necesidades más importantes de la población, y el impulso al voto femenino, entre muchas otras acciones.
Por todo eso, y más, el pueblo argentino le dio el nombre de "Evita", como una muestra de cariño hacia una mujer que indudablemente forma parte de la historia latinoamericana por alcanzar la igualdad y la justicia social.


En mi país lo que estaba por hacer era nada menos que una Revolución. Muchas revoluciones han sido iniciadas aquí y en todos los países del mundo. Pero una Revolución es siempre un camino nuevo cuyo recorrido es difícil y no está hecho sino para quienes sienten la atracción irresistible de las empresas arriesgadas. Por eso fracasaron y fracasan todos los días revoluciones deseadas por el pueblo y aun realizadas con su apoyo total.

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Un día me dijeron que era demasiado peronista para que pudiese encabezar un movimiento de las mujeres de mi Patria. Sí, soy peronista, fanáticamente peronista. Demasiado no, demasiado sería si el peronismo no fuese como es, la causa de un hombre que por identificarse con la causa de todo un pueblo tiene un valor infinito. Y ante una cosa infinita no puede levantarse la palabra demasiado.

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Yo sé que cuando ellos me critican a mí en el movimiento, lo que en el fondo les duele es la Revolución. Perón y Perón cumplirán con su pueblo. Mientras eso pueda ocurrir, ellos no volverán. Por eso tratan de destruirme. Saben también que no trabajo para mí, no me verán jamás buscando una ventaja personal y eso los excita. Desearían verme caer en el egoísmo y en la ambición, para demostrar así al pueblo que en el pueblo me busqué a mí misma.

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Saben que así podrían separarme del pueblo. No entienden que yo en mis afanes no busco otra cosa que el triunfo de Perón y de su causa por ser el triunfo del pueblo mismo. Ni siquiera cuando me acerco a los que trabajan o a los que sufren lo hago buscando una satisfacción egoísta de quien hace algún sacrificio personal.

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Del mismo Perón, que siempre suele decir: "el amor es lo único que construye", he aprendido lo que es una obra de amor y cómo debe cumplirse. El amor no es -según la lección que yo aprendí- ni sentimentalería romántica, ni pre-texto literario. El amor es darse; y "darse" es dar la propia vida. Mientras no se da la propia vida cualquier cosa que uno dé es justicia. Cuando se empieza a dar la propia vida entonces recién se está haciendo una obra de amor.

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Para mí por eso descamisado es el que se siente pueblo. Lo importante es eso; que se sienta pueblo y ame y sufra y goce como pueblo, aunque no vista como pueblo, que esto es lo accidental.
No todos los descamisados son obreros, pero, para mí, todo obrero es un descamisado; y yo no olvidaré jamás que a cada descamisado le debo un poco de la vida de Perón.

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Soy sectaria, sí. No lo niego; y ya lo he dicho. Pero ¿podrá negar alguien ese derecho?¿Podrá negarse a los trabajadores el humilde privilegio de que yo esté más con ellos que con sus patrones?
Mi sectarismo es además un desagravio y una reparación. Durante un siglo los privilegiados fueron los explotadores de la clase obrera. ¡Hace falta que eso sea equilibrado con otro siglo en que los privilegiados sean los trabajadores!

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Cuando pase este siglo creo que recién habrá llegado el momento de tratar con la misma medida a los obreros que a los patrones, aunque sospecho que ya para entonces el Justicialismo habrá conseguido su ideal de una sola clase de hombres: los que trabajan.

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Los desprevenidos visitantes que pasean por allí verán ranchos de paja y barro, casillas de latón, algunas macetas de flores y algunas plantas, oirán algún canto más o menos alegre, el bullicio de los chicos jugando en los baldíos ... y acaso se les ocurrirá pensar que todo eso es poético y tal vez romántico.


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Por lo menos frecuentemente he oído decir que se trata de barrios "pintorescos". Y esto me ha parecido la expresión más sórdida y perversa del egoísmo de los ricos.
¡Pintoresco es para ellos que hombres y mujeres, ancianos y niños, familias enteras deban habitar unas viviendas peores que los sepulcros de cualquier rico, medianamente rico!

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Los ricos todavía creen que cada hijo trae, según un viejo proverbio, su pan debajo del brazo; y que donde comen tres bocas hay también para cuatro. ¡Cómo se ve que nunca han visto de cerca a la pobreza! Cuando se haga justicia no habrá ningún pobre, por lo menos entre quienes no quieren serlo...¡Por eso soy justicialista!

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Dicen por eso que soy una "resentida social". Y tienen razón mis "súper críticos". Soy una resentida social. Pero mi resentimiento no es el que ellos creen. Ellos creen que se llega al resentimiento únicamente por el camino del odio ... Yo he llegado a ese mismo lugar por el camino del amor.
Mi "resentimiento social" no me viene de ningún odio. Sino del amor: del amor por mi pueblo cuyo dolor ha abierto para siempre las puertas de mi corazón.

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Yo lucho contra todo privilegio de poder o de dinero. Vale decir contra toda oligarquía. Me gusta la libertad como le gusta al pueblo, y en eso como en ninguna otra cosa me reconozco pueblo.

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No importa que ladren. Cada vez que ellos ladran nosotros triunfamos. ¡Lo malo seria que nos aplaudiesen! Si ellos están de acuerdo, ¡cuidado!, con eso no debe estar de acuerdo el pueblo. En esto muchas veces se ve todavía que algunos de los nuestros conservan viejos prejuicios.

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Desearía que cada peronista se grabase este concepto en lo más íntimo del alma; porque eso es fundamental para el movimiento. ¡Nada de la oligarquía puede ser bueno! No digo que puede haber algún "oligarca" que haga alguna cosa buena ... Es difícil que eso ocurra, pero si ocurriera creo que sería por equivocación. ¡Convendría avisarle que se está haciendo peronista!

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¿Por qué tenemos los justicialistas tan fervorosa admiración, respeto y cariño por los pueblos, cualquiera sea su raza, su credo, su bandera? Por varias razones, todas muy sencillas: porque los pueblos tienen el sentido innato de la justicia. Por eso Perón sostiene que, para suprimir las guerras injustas, los gobiernos deben consultar a sus pueblos.

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Si se consultase al pueblo no habría guerras porque casi todas son injustas. Nosotros, los justicialistas, no estamos en contra de las guerras cuando se pelea por la justicia. Pero, desgraciadamente, en este mundo muy poco o nada se ha peleado por la justicia.

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Se ha peleado siempre por intereses económicos, y muchas veces por imperialismos que son ajenos a nosotros, ya que solamente nos interesa la justicia de los pueblos.
Los pueblos llevan en sí mismos, todos sin excepción, sentimientos de generosidad, de amor, de altruismo, de solidaridad. De ahí el éxito que tienen, en los pueblos, las doctrinas generosas.

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Creo que solamente con fanáticos triunfan los ideales, con fanáticos que piensen y que tengan la valentía de hablar en cualquier momento y en cualquier circunstancia que se presente, porque el ideal vale más que la vida, y mientras no se ha dado todo por un ideal, no se ha dado nada. Y todo es la vida misma. Demasiado intrascendente y mediocre sería vivir la vida si no se la viviese por un ideal.




Edición 21                                                                                    

Citas del presidente Mao Tse-Tung 
(Libro Rojo)
(Fragmentos)


Mao Tse Tung (conocido en español como Mao Zedong) fue el principal líder e ideólogo de la Revolución China, que llegó al poder en el año 1949. Es reconocido como gran estratega militar y político, además, sin duda alguna, como uno de los más grandes revolucionarios del siglo XX.
Mao nació en la provincia de Hunan, China, en 1893. Desde muy joven mostró una clara vocación por las ideas marxista-leninistas y una aptitud de liderazgo frente  a las agresiones imperialistas de las potencias contra la China de entonces, participando de manera activa desde 1919 en los movimientos estudiantiles contra la agresión japonesa. Ya para el año de 1921 destacaba entre los hombres y mujeres que fundarían el Partido Comunista Chino.
 El 1 de octubre de 1949, y luego de intensas luchas populares, se proclamó la República Popular China, de la cual Mao fue presidente hasta el año 1959, aunque se mantuvo como Presidente del Partido Comunista. Desde ahí, profundizó en las ideas socialistas y desarrolló los planteamientos revolucionarios que servirían de guía al pueblo chino hasta su muerte en 1976.
Entre sus textos, se encuentra el célebre "Citas del Presidente Mao Tse-Tung", mejor conocido como "Libro Rojo", donde se recopilan ideas y concepciones del hombre que entra en la historia como el libertador de China, guía de su Revolución y uno de los más claros exponentes del ideario revolucionario a nivel mundial.


¡Pueblos de todo el mundo, uníos y derrotad a los agresores norteamericanos y a todos sus lacayos! Pueblos de todo el mundo, tened coraje, atreveos a luchar, desafiad las dificultades y avanzad en oleadas. Así el mundo entero pertenecerá a los pueblos. Los monstruos de toda especie serán liquidados.

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Los pueblos y naciones oprimidos no deben, en modo alguno, confiar su liberación a la "sensatez" del imperialismo y sus lacayos. Sólo podrán lograr la victoria fortaleciendo su unidad y perseverando en su lucha.

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Los imperialistas y los reaccionarios internos jamás se resignarán a su derrota; forcejearán hasta el fin. Aun después de establecida la paz y el orden en todo el país, se entregarán a labores de zapa y provocarán disturbios de mil formas, tratarán a diario y en todo momento de restaurar su poder. Esto es inevitable y está fuera de duda; nunca debemos relajar nuestra vigilancia.

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¿Quiénes son nuestros enemigos y quienes nuestros amigos? Esta es una cuestión de importancia primordial para la revolución. Para distinguir a los auténticos amigos de los verdaderos enemigos, tenemos que hacer un análisis general de la condición económica de las diversas clases de la sociedad  y de sus respectivas actitudes hacia la revolución.

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Quien se coloca al lado del pueblo revolucionario sólo de palabra, pero no en los hechos, es un revolucionario de palabra. Quien se coloca al lado del pueblo revolucionario no sólo de palabra sino también en los hechos, es un revolucionario completo.

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Debemos extirpar de nuestras filas toda idea que sea expresión de debilidad e impotencia. Es erróneo todo punto de vista que sobreestime la fuerza del enemigo y subestime la del pueblo.
En lo que concierne a nuestro deseo, no quisiéramos combatir ni un solo día. Pero si las circunstancias nos obligan a luchar, podemos hacerlo hasta el fin.

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Ningún partido político puede conducir un gran movimiento revolucionario a la victoria si no posee una teoría revolucionaria, un conocimiento de la historia y una comprensión profunda del movimiento práctico.

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La educación ideológica es el eslabón clave que debemos empuñar firmemente en nuestro trabajo por unir a todo el Partido para la gran lucha política. De no proceder así, el Partido no podrá cumplir ninguna de sus tareas políticas.

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A menudo muchos camaradas recuerdan sólo las líneas específicas para el trabajo y las medidas políticas concretas, pero olvidan la línea general y la política general del Partido.
Si de verdad las olvidamos, seremos revolucionarios ciegos, inmaduros y de ideas confusas y, al aplicar una línea específica para el trabajo y una medida política concreta, nos desorientaremos, oscilaremos a izquierda y derecha, y perjudicaremos nuestro trabajo.

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Servir de todo corazón al pueblo, sin apartarnos de las masas ni por un instante; partir en cada caso de los intereses del pueblo y no de los intereses de ningún individuo o pequeño grupo, e identificar nuestra responsabilidad ante el pueblo con nuestra responsabilidad ante los organismos dirigentes del Partido: tal es nuestro punto de partida.

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Debemos ir a las masas, aprender de ellas, sintetizar sus experiencias y deducir de estas principios y métodos aún mejores y sistemáticos y, luego, explicarlos a las masas (hacer propaganda entre ellas) y llamarlas a ponerlos en práctica para resolver sus problemas y alcanzar la liberación y la felicidad.

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Tenemos el deber de ser responsables ante el pueblo. Ser responsables ante el pueblo significa que cada palabra, cada acto y cada medida política nuestros deben concordar con los intereses del pueblo, y si cometemos errores, debemos corregirlos.

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Resumir las ideas de las masas y llevarlas luego a las masas para que estas perseveren en ellas y las traduzcan en acción y, de esta manera, formular ideas correctas de dirección: tal es el método fundamental de dirección.

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Si los dirigentes se limitan a lanzar un llamamiento general, si no se ocupan personal y concretamente, en algunas organizaciones, de la ejecución cabal del trabajo que llaman a realizar, no podrán comprobar si es justo el llamamiento general ni enriquecer su contenido, y además el llamamiento correrá el peligro de quedar en letra muerta.

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No se debe hablar a espaldas de la gente. Cuando surge algún problema, hay que celebrar una reunión y colocar el problema sobre la mesa para discutirlo y tomar decisiones, y así el problema será resuelto. Si existen problemas y no se colocan sobre la mesa, permanecerán sin resolver por largo tiempo y hasta pueden seguir pendientes durante años.

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Debemos saber unirnos en el trabajo no sólo con los camaradas que comparten nuestras opiniones, sino también con los que sostienen opiniones diferentes.

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No dejen que los problemas se acumulen y causen muchas complicaciones antes de resolverlos. Los dirigentes tienen que marchar al frente del movimiento y no a la zaga.

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Los organismos estatales practican el centralismo democrático; deben apoyarse en las masas populares y su personal debe servir al pueblo.

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En el seno del pueblo , no se puede prescindir de la libertad, ni tampoco de la disciplina; no se puede prescindir de la democracia, ni tampoco del centralismo.
Esta unidad de democracia y centralismo, de libertad y disciplina, constituye nuestro centralismo democrático.

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¿Qué significa trabajar? Trabajar significa luchar. En esos lugares, hay dificultades y problemas que debemos vencer y resolver. Vamos allí a trabajar y luchar para vencer esas dificultades. Buen camarada es quien está más ansioso de ir allí donde las dificultades son mayores.

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Todas las ideas a favor del estancamiento, el pesimismo, la inercia o la complacencia son erróneas.

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Hay que eliminar por completo toda idea existente entre nuestros cuadros de lograr victorias fáciles por obra de la buena suerte, sin una lucha dura y acerba, sin sudor y sangre.

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Ser resuelto, no temer a ningún sacrificio y superar todas las dificultades para conquistar la victoria.

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En tiempos difíciles, debemos tener presentes nuestros éxitos, ver nuestra brillante perspectiva y aumentar nuestro coraje.

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Miles y miles de mártires han ofrendado heroicamente su vida en aras de los intereses del pueblo. ¡Mantengamos en alto su bandera y avancemos por el camino teñido con su sangre!


Edición 20                                                                                         

La democracia burguesa y la dictadura del proletariado
(Fragmentos)
 
Vladimir Ilich Uliánov, mejor conocido como "Lenin",  nació en el año de 1870 en Ulyanovsk, Rusia. Desde muy joven se vio involucrado en la política. Cuando, teniendo diecisiete años, su hermano es ejecutado por atentar contra la vida del entonces Zar Alexander III en 1887, inicia actividades en un círculo revolucionario estudiantil en la Universidad de Kazán.
Así, empieza una vida entregada por completo a la causa de la justicia y la igualdad social. Fue el principal líder de la Revolución Bolchevique, que llegó al poder en Rusia en 1917, como la primera experiencia a nivel mundial de un Estado socialista y una de las más relevantes transformaciones sociales llevadas a cabo en la historia de la humanidad.
Entre los tantos méritos de Lenin no sólo se encuentra el hecho de haber llevado a la práctica muchos planteamientos del socialismo científico, además, profundizó tales premisas, realizó una teoría científica acerca de la lucha de los pueblos por conquistar el poder y su liberación, la transición hacia el Socialismo y la fase de desarrollo del capitalismo durante el siglo XX, a la que calificó como "imperialismo".
En ese sentido, los siguientes fragmentos forman parte de un texto escrito por Lenin para el I Congreso de la Internacional Comunista, presentado el 4 de marzo de 1919. En él, reflexiona acerca de un elemento primordial para toda revolución socialista: el concepto de democracia, así como sus distintas formas a lo largo de los siglos.

El desarrollo del movimiento revolucionario del proletariado en todos los países ha hecho que la burguesía y sus agentes en las organizaciones obreras forcejeen convulsivamente con el fin de hallar argumentos ideológico-políticos para defender la dominación de los explotadores.

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Ante todo, ese argumento se basa en los conceptos "democracia en general" y "dictadura en general", sin plantear la cuestión de qué clase se tiene presente. Ese planteamiento de la cuestión al margen de las clases o por encima de ellas, ese planteamiento de la cuestión desde el punto de vista-como dicen falsamente- de todo el pueblo, es una descarada mofa de la teoría principal del socialismo, a saber, de la teoría de la lucha de clases.

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En ningún país capitalista civilizado existe la "democracia en general", pues lo que existe en ellos es únicamente la democracia burguesa, y de lo que se trata no es de la "dictadura en general", sino de la dictadura de la clase oprimida, es decir, del proletariado, sobre los opresores y los explotadores, es decir, sobre la burguesía, con el fin de vencer la resistencia que los explotadores oponen en la lucha por su dominación.

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La historia enseña que ninguna clase oprimida ha llegado ni podía llegar a dominar sin un período de dictadura, es decir, sin conquistar el poder político y aplastar por la fuerza la resistencia más desesperada.
La burguesía conquistó el poder en los países adelantados mediante una serie de insurrecciones y guerras civiles, aplastando por la violencia a los reyes, a los señores feudales, a los esclavistas y sus tentativas de restauración.

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Marx y Engels  formularon con la máxima precisión científica que la república burguesa, aun la más democrática, no es más que una máquina para la opresión de la clase obrera por la burguesía, de la masa de los trabajadores por un puñado de capitalistas.

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La "libertad de reunión" puede ser tomada como modelo de las reivindicaciones de la "democracia pura". Cada obrero consciente, que no haya roto con su clase, comprenderá en seguida que sería una estupidez prometer la libertad de reunión a los explotadores en un período y en una situación en que los explotadores se resisten a su derrocamiento y defienden sus privilegios.
La burguesía, cuando era revolucionaria, ni en la Inglaterra de 1649 ni en la Francia de 1793 dio "libertad de reunión" a los monárquicos y los nobles, que llamaban en su ayuda a tropas extranjeras y "se reunían" para organizar intentonas de restauración.

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La "libertad de imprenta" es asimismo una de las principales consignas de la "democracia pura". Los obreros saben también, y los socialistas de todos los países lo han reconocido millones de veces, que esa libertad será un engaño mientras las mejores imprentas y grandísimas reservas de papel se hallen en manos de los capitalistas y mientras exista el poder del capital sobre la prensa.
A fin de conquistar la igualdad efectiva y la verdadera democracia para los trabajadores, para los obreros y los campesinos, hay que quitar primero al capital la posibilidad de contratar a escritores, comprar las editoriales y sobornar a la prensa, y para ello es necesario derrocar el yugo del capital, derrocar a los explotadores y aplastar su resistencia.

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Los capitalistas siempre han llamado "libertad" a la libertad de lucro para los ricos, a la libertad de morirse de hambre para los obreros. Los capitalistas llaman libertad de imprenta a la libertad de soborno de la prensa por los ricos, a la libertad de utilizar la riqueza para fabricar y falsear la llamada opinión pública.

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Con tal estado de cosas, la dictadura del proletariado no solo es por completo legítima, como medio para derrocar a los explotadores y aplastar su resistencia, sino también absolutamente necesaria para toda la masa trabajadora como única defensa contra la dictadura de la burguesía, que ha llevado a la guerra y está gestando nuevas matanzas.

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Lo principal entre lo que no comprenden algunos- y de aquí su miopía teórica, su cautiverio en poder de los prejuicios burgueses y su traición política al proletariado- es que en la sociedad capitalista, cuando la lucha de clases inherente a ella experimenta una agudización más o menos seria, no puede haber nada intermedio, nada que no sea la dictadura de la burguesía o la dictadura del proletariado. Todo sueño en una tercera solución es un reaccionario gimoteo de pequeño burgués.

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Otro error teórico y político es no comprender que las formas de la democracia han ido cambiando inevitablemente en el transcurso de los milenios, empezando por sus embriones en la antigüedad, a medida que una clase dominante iba siendo sustituida por otra.
En las antiguas repúblicas de Grecia, en las ciudades del medioevo, en los países capitalistas adelantados, la democracia tiene distintas formas y se aplica en grado distinto.

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Sería una solemne necedad creer que la revolución más profunda en la historia de la humanidad, el paso del poder de manos de la minoría explotadora a manos de la mayoría explotada- paso que se observa por primera vez en el mundo- puede producirse en el viejo marco de la vieja democracia burguesa, sin los cambios más radicales, sin crear nuevas formas de democracia, nuevas instituciones.

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Lo que tiene de común la dictadura del proletariado con la dictadura de las otras clases es que está motivada, como toda otra dictadura, por la necesidad de aplastar por la fuerza la resistencia de la clase que pierde la dominación política. La diferencia radical entre la dictadura del proletariado y la dictadura de las otras clases- la dictadura de los terratenientes en la Edad Media, la dictadura de la burguesía en todos los países capitalistas civilizados- consiste en que la dictadura de los terratenientes y la burguesía ha sido el aplastamiento por la violencia de la resistencia ofrecida por la inmensa mayoría de la población.
La dictadura del proletariado, por el contrario, es el aplastamiento por la violencia de la resistencia que ofrecen los explotadores, es decir, la minoría ínfima de la población, los terratenientes y los capitalistas.

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Entre el proletariado y la burguesía existe gente que ora se inclina a un lado, ora al otro; así ha sido siempre en todas las revoluciones, y es absolutamente imposible que en la sociedad capitalista, donde el proletariado y la burguesía forman dos campos hostiles, no existan capas intermedias. La existencia de esos elementos vacilantes, que no saben ellos mismos al lado de quién van a luchar mañana, es históricamente inevitable.

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Esa forma de la dictadura del proletariado significa y es precisamente para las clases trabajadoras, o sea, para la inmensa mayoría de la población, una  posibilidad efectiva, real, de gozar de las libertades y los derechos democráticos, posibilidad que nunca ha existido, ni siquiera aproximadamente, en las mejores y más democráticas repúblicas burguesas.

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Precisamente las masas que hasta en las repúblicas burguesas más democráticas, aunque con arreglo a la ley sean iguales en derechos, de hecho, por medio de mil procedimientos y artimañas, se han visto apartadas de la participación en la vida política y del goce de los derechos y libertades democráticas, tienen hoy necesariamente una participación constante y, además, decisiva en la dirección democrática del Estado.



Edición 19                                                                                    



Discurso en la Escuela de Economía en Londres
(Fragmentos)
 
Malcolm Little nació en los Estados Unidos, específicamente en el Estado de Nebraska, un 19 de mayo de 1925. Desde su nacimiento padeció de cerca el racismo que se vivía, y que aún hoy se vive, en su país de nacimiento contra los afrodescendientes. Su padre, Earl Little, fue asesinado por una organización racista (Legión Negra) en 1931.
Al plantear su deseo de estudiar Derecho, uno de sus profesores le respondió que "no era un objetivo realista para un negro". Algunos años después se convirtió al Islam, una religión que le permitió profundizar en sus ideas acerca de la igualdad y la hermandad de los hombres. Cambió su apellido por una "X" alegando que simbolizaba el nombre perdido de su tribu originaria.
A diferencia de otros estadounidenses de su época, que defendían leves cambios sociales sin tocar los cimientos de la esclavitud, Malcolm declaraba que esa opresión era consecuencia del capitalismo, y proponía que la única manera de acabar con ella era a través de un nuevo sistema económico, político y social.
Su pensamiento evolucionó hasta no sólo luchar por una revolución en los Estados Unidos, sino por una revolución mundial en función de los desposeídos. Por ello, se volvió una amenaza para las clases dominantes y fue asesinado en 1965. Los siguientes fragmentos forman parte de un discurso que realizó diez días antes de su asesinato, donde reflexiona acerca de la realidad y la opresión, tanto en su país, como en el mundo.

"Únicamente porque soy musulmán no veo a las personas por el color de su piel. Esta religión enseña la hermandad. Sin embargo, debo ser realista: vivo en los Estados Unidos, una sociedad que no cree en la hermandad en ningún sentido de la palabra. Los racistas blancos usan la fuerza bruta para reprimir a los no blancos. Es una sociedad racista regida por segregacionistas.
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(En Estados Unidos) Hay una clase de blancos que no son más que unos racistas fríos y animalescos. Ese elemento es el que controla o el que ejerce una gran influencia en la estructura de poder. Emplea hábilmente los medios de prensa para ofrecer al público estadísticas que dan la impresión de que en la comunidad negra o en la comunidad de los no blancos, el índice de delincuencia es elevadísimo. Se crea la impresión o la imagen de que todos los de esa comunidad son delincuentes.
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Tan pronto el público acepta el hecho de que la comunidad de piel obscura consta en gran parte de delincuentes o de personas sucias, entonces se permite que la estructura de poder establezca un sistema de estado policial. A su vez, eso hará permisible- a juicio incluso de un público blanco bien intencionado-, que entren y empleen todo tipo de métodos policiales para reprimir brutalmente la lucha por parte de ese pueblo contra la segregación, la discriminación y otros actos totalmente injustos que perpetran contra ellos.
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En Estados Unidos, la comunidad negra en la que vivimos no nos pertenece. El casero es blanco. El comerciante es blanco. Es más, la economía entera de la comunidad negra en Estados Unidos está controlada por alguien que ni siquiera vive allí. La propiedad en la que vivimos le pertenece a otro. La tienda en que compramos la maneja otro. Y esa es la gente que le chupa la sangre económica a nuestra comunidad.
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Ese es el estilo estadounidense. Es la democracia estadounidense que pretenden vender a todo el mundo como la que también va a resolver los problemas de otros pueblos. Es la peor hipocresía jamás cometida por gobierno o sociedad alguna de la Tierra, de toda la historia.
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Otro ejemplo de la destreza que tienen con esta imaginería, a nivel internacional, es la reciente situación en el Congo. Allí tenemos un ejemplo de aviones que van lanzando bombas sobre aldeas africanas indefensas. Cuando se lanza una bomba sobre una aldea africana, no hay manera de defender al pueblo de la bomba. La bomba no distingue entre hombres y mujeres. La bomba se lanza sobre hombres, mujeres, niños y bebés.

No hay protestas. No hay muestras de preocupación. No hay compasión. Ni siquiera de parte de los llamados progresistas hay deseos de intentar ponerle fin a este asesinato en masa. ¿Por qué?
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Porque lo único que tuvo que hacer la prensa fue usar esa astuta frase propagandística de que estas aldeas se encontraban en "territorio bajo control rebelde". ¿Qué significa "control rebelde"? Es un enemigo, entonces no importa lo que ellos le hagan a esa gente, está bien. Uno deja de pensar que las mujeres, los niños y los bebés, del llamado "territorio bajo control rebelde", son seres humanos. Así, lo que sea que se les haga se hace justificadamente.
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Se ha visto una generación de africanos que de verdad creían que podían negociar y al final conseguir cierto tipo de independencia. Sin embargo, ahora llega una nueva generación, que apenas nace hoy día, y que comienza a pensar con cabeza propia y a ver que en la actualidad no se puede negociar la libertad. Si a uno le pertenece algo por derecho, entonces o uno lucha por ello o se calla. Si uno no puede luchar por ello, entonces más vale la pena olvidarlo.
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Desde la posición que ocupaban, (las potencias coloniales) fueron quienes crearon la imagen del continente africano y del pueblo africano. Crearon una imagen negativa de ese continente y de ese pueblo. Y proyectaron en el exterior esta imagen negativa. Entre los pueblos del exterior proyectaron una imagen de África muy odiosa, sumamente odiosa.
...

Y como era odiosa, los más de cien millones que habemos de ascendencia africana en Occidente veíamos esa imagen odiosa y no queríamos identificarnos con ella. La rechazábamos, y no porque era algo de lo que se debía rehuir. Pero nos creímos la imagen que el enemigo había creado de nuestra propia tierra. Y por odiar esa imagen acabamos odiándonos a nosotros mismos sin siquiera darnos cuenta.
...

¿Por qué? Porque una vez que en Occidente se nos hizo odiar a África y odiar al africano, pues, el efecto de la reacción en cadena era que tendríamos que terminar odiándonos a nosotros mismos. Uno no puede odiar las raíces del árbol sin odiar el árbol, sin acabar por odiar el árbol. Uno no puede odiar su propio origen sin acabar odiándose a sí mismo. Uno no puede odiar la patria, la madre patria, el lugar del que uno proviene, no podemos odiar a África, sin acabar odiándonos a nosotros mismos.
...

El hombre negro del hemisferio occidental- en Norteamérica, Centroamérica, Sudamérica y en el Caribe- es el mejor ejemplo de todos de cómo se puede lograr, con mucha habilidad, que uno se odie a sí mismo.

Hay quienes, como no quieren aceptar su origen, carecen de origen, carecen de identidad. Andan correteando por aquí en busca de una identidad, y, en lugar de procurar ser lo que son, quieren ser ingleses.
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Sólo mientras al propio africano lo mantuvieran en cadenas las potencias coloniales, mientras le impidieran proyectar una imagen positiva de sí mismo en nuestro continente, algo que pudiéramos ver con orgullo y con lo que entonces nos pudiéramos identificar, sólo mientras se mantuviera oprimido al propio africano se nos mantendría oprimidos a nosotros.
...

El mismo palpitar, el mismo corazón, el mismo latido que conmueve al hombre negro del continente africano- a pesar de que 400 años nos han separado de ese continente madre, y a pesar de que un océano nos ha separado de ese continente madre- aún así, hoy día el mismo latido del corazón del hombre negro del continente africano, late también en el corazón del hombre negro en Norteamérica, en Centroamérica, en Sudamérica y en el Caribe.
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Anteriormente se creía que la situación del negro en el hemisferio occidental era un problema de derechos civiles-lo que lo hacía un problema interno, y lo limitaba a la jurisdicción de Estados Unidos, jurisdicción en que sólo podía buscar ayuda de los liberales blancos dentro del territorio de los Estados Unidos-hoy día el hombre negro del hemisferio occidental empieza a ver que su problema no es de derechos civiles sino de derechos humanos. 

Y que dentro del contexto de derecho humanos pasa a ser un asunto internacional. Deja de ser un problema de los negros, deja de ser un problema estadounidense. Pasa a ser un problema humano, un problema de derecho humanos, un problema de la humanidad, un problema del mundo.
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Así como se ve que todos los pueblos oprimidos de todo el mundo se van uniendo, los negros de Occidente también están viendo que son oprimidos. En vez de sólo denominarse una minoría oprimida en Estados Unidos, ven que forman parte de las masas oprimidas de todo el mundo que hoy claman por la acción contra el opresor común".

Edición 18                                                                                    

La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo
(Fragmentos)


Vladimir Ilich Uliánov, mejor conocido como "Lenin",  nació en el año de 1870 en Ulyanovsk, Rusia. Desde muy joven se vio involucrado en la política, cuando, teniendo diecisiete años, es ejecutado su hermano por atentar contra la vida del entonces Zar Alexander III. Ese mismo año, 1887, inicia actividades en un círculo revolucionario estudiantil en la Universidad de Kazán.
Así, empieza una vida entregada por completo a la causa de la justicia y la igualdad social. Fue el principal líder de la Revolución Bolchevique, que llegó al poder en Rusia en 1917, como la primera experiencia a nivel mundial de un Estado Socialista y una de las más relevantes transformaciones sociales llevadas a cabo en la historia de la humanidad.
Entre los tantos méritos de Lenin como revolucionario, está el hecho de que llevó a la práctica mucho de los planteamientos originales de Carlos Marx y Federico Engels (fundadores del socialismo científico), reafirmándolos en la práctica, complementándolos con nuevos planteamientos, profundizándolos de acuerdo a la realidad del siglo XX y proponiendo soluciones a dificultades del pasado.
Los siguientes fragmentos forman parte de uno de los textos más importantes de Lenin, donde no sólo propone ciertos elementos para avanzar en el período de transición entre el capitalismo y el socialismo, además crítica ciertas desviaciones de izquierda que pueden ser dañinas para la causa de la Revolución. 

"Los bolcheviques no hubiesen podido mantener el poder por dos meses y medio, mucho menos por dos años y medio, sin la más rigurosa y verdadera disciplina de hierro en nuestro partido, o sin el total apoyo de la clase trabajadora, capaz a su vez de guiar a los elementos más atrasados ideológicamente.

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La dictadura del proletariado consiste en la guerra más determinada y sin piedad llevada a cabo por la clase trabajadora contra un enemigo más poderoso, la burguesía, cuya resistencia crece luego de ser destituida del poder y cuyo poder reside, no sólo en la fuerza del capital internacional, la fuerza y la durabilidad de sus conexiones internacionales, sino en la fuerza de los hábitos que han inculcado en la mente de la sociedad.

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¿Cómo se mantiene la disciplina en el partido revolucionario del proletariado? Primero, por la conciencia de clase de la vanguardia de los trabajadores y por su devoción a la revolución, su tenacidad, sacrificio y heroísmo.
Segundo, por su habilidad de mantenerse en un contacto cercano, incluso fundirse, con la gran masa de la clase trabajadora- principalmente con el proletariado, pero también con los trabajadores no proletarios.
Tercero, por una correcta política de liderazgo ejercida por la vanguardia, con una estrategia y unas tácticas correctas, y que las grandes masas confirmen a través de su propia experiencia, que son correctas.
Sin estas características no se puede alcanzar la disciplina en un partido revolucionario. Estas condiciones no nacerán inmediatamente. Ellas son creadas únicamente por un esfuerzo prolongado y a través de una merecida y dura experiencia.

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Los partidos revolucionarios tenían que darse cuenta- y usualmente la clase revolucionaria se percata de esto a través de amargas experiencias- que la victoria es imposible si uno no ha aprendido, no sólo cómo atacar, también cómo y cuándo retirarse apropiadamente.

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(A los infantilistas) les parecía que habíamos realizado un compromiso con los imperialistas, lo cual era "inaceptable en principio" y "dañino al partido del proletariado revolucionario". Sí, era un compromiso con los imperialistas, pero era un compromiso que, en esas circunstancias, había que hacer.
Imagínate que tu carro es detenido por bandidos armados. Les das tu dinero, pasaporte, revólver y carro. A cambio, te deshaces de la desagradable compañía de los bandidos. Eso es sin duda alguna un compromiso: te "doy" mi dinero y mi carro "para que tu" me des la oportunidad de irme ileso. Sin embargo, sería difícil encontrar a un hombre sano que declarase que tal compromiso es "inadmisible en principio" o que llame al asaltado un cómplice de los bandidos.

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Rechazar cualquier compromiso "en principio", negar la posibilidad de compromisos en general, sin importar su tipo, es un infantilismo. Un líder político que quiera ser útil al proletariado revolucionario debe ser capaz de distinguir casos concretos de compromisos que son inexcusables y expresión del oportunismo, debe dirigir toda la fuerza de la crítica y una guerra en toda su intensidad contra estos tipos concretos de compromisos.

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Pero hay distintos tipos de compromisos. Uno debo ser capaz de analizar cada situación y las condiciones concretas de cada compromiso o sus variantes. Uno debe aprender a distinguir entre quien dio todo su dinero y su carro a los bandidos para evitar el daño que podrían hacer y para facilitar su captura y detención, y la persona que da su dinero y su carro a los bandidos para compartir las ganancias entre todos.

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Para los revolucionarias muy jóvenes o con poca experiencia, al igual que a los revolucionarios pequeño-burgueses de cualquier edad respetable y de gran experiencia, puede parecer extremadamente peligroso, incomprensible e incorrecto "permitir cualquier compromiso como Revolución".
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Cualquier proletario ha pasado por huelgas y ha experimentado "compromisos" con los odiados opresores y explotadores, teniendo incluso que regresar a trabajar sin haber logrado nada o habiendo sólo acordado una pequeña parte de sus demandas.
Cualquier proletario ve la diferencia entre un compromiso realizado por condiciones objetivas (como la falta de financiamiento para la huelga y apoyo extranjero, hambre o cansancio)- un compromiso que de ninguna manera minimiza la devoción revolucionaria y la capacidad de los obreros que lucharon y al final tuvieron que aceptar el compromiso- y, por otro lado, un compromiso realizado por traidores que piensan sólo en sus propios intereses, con cobardía, deseo de pactar con los capitalistas, cediendo ante la intimidación y la persuasión.

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Marx y Engels dijeron: Nuestra teoría no es un dogma, es una guía para la acción.

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La dictadura del proletariado significa una lucha persistente contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad. La fuerza del hábito en millones y decenas de millones es una fuerza formidable.
Sin un partido de hierro, que se haya forjado a través de la lucha, un partido que cuente con la confianza de todas las personas honestas de la clase en cuestión, un partido capaz de observar e influir en las masas, tal lucha no se llevará de manera satisfactoria.

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La actitud de un partido político hacia sus propios errores es una de las maneras más importantes y eficientes para juzgar su seriedad como partido, y cómo cumple, en la práctica, sus obligaciones hacia su clase y la gente trabajadora.
Reconocer de manera franca un error, analizar las razones que dieron pie a él, las condiciones que lo crearon, y determinar las maneras de rectificarlo, esos son los elementos de un partido serio, así es como debe llevar a cabo sus labores, y como debe educar y entrenar a su clase, luego a las masas.

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La labor de los revolucionarios es convencer a los elementos más atrasados, trabajar con ellos, y no rechazarlos con eslóganes "izquierdistas" artificiales e infantiles.

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Quienquiera que debilite la disciplina de hierro en el partido del proletariado (especialmente durante el período de transición) está en realidad ayudando a la burguesía contra el proletariado.

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El odio a la burguesía y sus políticos es la base de cualquier movimiento socialista y comunista, así como de su éxito. Sin embargo, no se debe olvidar que la política es una ciencia y un arte, que no cae del cielo ni es gratis, y que, si se quiere derribar a la burguesía, el proletariado debe entrenar a los políticos de su clase de una forma superior a la de los políticos burgueses.

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La ley fundamental de la revolución, que ha sido confirmada por todas las revoluciones y especialmente por las tres revoluciones rusas del siglo veinte, es la siguiente: para que una revolución se lleve a cabo no es suficiente con que las masas oprimidas y explotadas se den cuenta de la imposibilidad de seguir viviendo de la vieja manera, y exijan cambios.
Para que una revolución se lleve a cabo es esencial que los explotadores no vivan ni gobiernen de la vieja manera. Sólo cuando las "clases bajas" se niegan a vivir de la vieja forma y las "clases altas" no pueden seguir viviendo de la vieja manera, es que la revolución puede triunfar".


 Edición 17                                                                                       

Frases del Comandante Hugo Chávez
(Fragmentos)



Intentar plasmar en una página todo el pensamiento del Comandante Hugo Chávez es una tarea imposible, principalmente porque su concepción de la filosofía, la ciencia, la historia, la política, la economía y la sociedad abarca muchos ámbitos, además de ser sumamente rica y extensa.
Sin embargo, apenas algunos extractos, en forma de frases y párrafos, pueden servir para ejemplificar en un pequeño espacio lo grande y maravillosa que es la propuesta que el presidente ha invitado al país a seguir.
En este texto, de la edición "Frases, Hugo Chávez Frías" (año 2006) del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información, se evidencia a un hombre comprometido con los intereses, no sólo de Venezuela, sino de todos los pueblos oprimidos del planeta.
Al mismo tiempo que señala con valentía, como muy pocos hoy en el mundo lo hacen, al capitalismo como el creador de todos los padecimientos, y propone el socialismo como el único sistema viable para salvar a la especie humana y al planeta tierra.
Por si fuera poco, en estas palabras el Comandante declara ante el país su compromiso eterno por el bienestar del pueblo, algo que la mayoría de los venezolanos han podido evidenciar y comprobar durante estos años de Revolución: un presidente que ha trabajado día y noche, sin descanso, por una sociedad sin miseria y para todos por igual.


"No haremos el futuro grande que estamos buscamos si no conocemos el pasado grande que tuvimos.

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Nos impusieron una doctrina extraña y contraria a nosotros mismos, contraria a nuestras raíces libertadoras, a nuestras raíces antiimperialistas, y eso tenemos que terminar de sacudirlo; así como a un exorcismo.

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Tenemos que terminar de borrar las fórmulas extrañas a nosotros mismos y buscar los códigos de nuestro pensamiento más antiguo.

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Nuestra Revolución viene de lejos: es la de Bolívar y es la de Zamora. Se había apagado, pero estaba avanzando por debajo de la tierra como esos ríos subterráneos que de repente salen de entre las rocas de una montaña y cogen sabana.
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La batalla contra el imperialismo de Estados Unidos comenzó con Bolívar. Ahora, nosotros hemos tomado su bandera, y le pido a todos que hagamos todo cuanto haya que hacer para que, 200 años después, derrotemos al imperialismo norteamericano y contribuyamos a salvar la vida en este planeta.

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Éramos una colonia petrolera, dependíamos de las decisiones que se tomaban en los Estados Unidos. Ahora no; es voluntad de nuestro Gobierno, de nuestro proceso revolucionario, de nuestro pueblo, virar hacia el Sur, y hemos comenzado a hacerlo.

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No podemos asumir las posiciones o actitudes del clásico poder constituido. Se equivoca el representante que se crea dueño de todo, ¡el dueño de todo es el pueblo venezolano!

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La Revolución tiene que avanzar desde abajo, con la organización comunitaria, para mejorar notablemente el nivel de vida de los barrios.

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Las leyes tienen que subordinarse a las necesidades del pueblo.

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Los líderes deben escuchar el clamor de sus pueblos.

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¡Con el pueblo todo!, ¡sin el pueblo nada!

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El pueblo debe controlar los poderes y crear herramientas para frenarlos cuando haya que frenarlos, cambiarlos cuando haya que cambiarlos, reestructurarlos cuando haya que reestructurarlos.

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La Revolución Bolivariana acabó, en sus primeros siete años, con quinientos años de analfabetismo.

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 Bienvenido el error, para reconocerlo, combatirlo y convertirlo en nueva invención; mal venido el engaño, porque es mortal para un proceso revolucionario.

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La revolución es un instrumento para lograr fines mayores: la independencia, el desarrollo integral, el progreso social, el desarrollo de una nueva sociedad.

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Queremos que el gobierno imperialista termine de aceptar la realidad: ¡Venezuela se liberó, y se liberó para siempre! ¡Venezuela no es, ni será más nunca, una colonia norteamericana!

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Hay que transformar el sistema, el modelo, porque no basta con el crecimiento, eso es un mito y una trampa; es la distribución de la riqueza la que hay que cambiar plenamente.

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Al capitalismo le interesa es el dinero, no le importa si acaba con los bosques, con las aguas y con la vida. Por el camino del socialismo es que podemos recuperar el equilibrio perdido en el planeta, porque se coloca por delante la vida humana.

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El socialismo es el camino para construir un mundo de justicia social, igualdad y hermandad.

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Nunca volveremos a ese pasado de exclusión, explotación, atropello y desconocimiento a los derechos de los trabajadores de Venezuela.

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Mientras no haya una sociedad de incluidos, de iguales y de justos no habrá paz verdadera.

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Nuestra lucha es por la integración suramericana, la integración latinoamericana. Sólo unidos seremos libres y podremos enfrentarnos a los gigantes del mundo.

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El Gobierno venezolano no regala, el Gobierno venezolano es integracionista; lo que aquí antes se llevaban y se robaban las élites y el imperio norteamericano, ahora lo hemos recuperado, y parte de ello lo compartimos con pueblos hermanos.

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No es lo mismo hablar de revolución democrática que de democracia revolucionaria. El primer concepto tiene un freno conservador; el segundo es liberador.

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La conciencia es el resultado del conocimiento, por eso hay que estudiar, leer y analizar mucho.

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¡No habrá Revolución sin juventud revolucionaria!, ¡no habrá Patria sin juventud patriótica!

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Siempre he creído que uno de los grandes males del capitalismo es la exclusión a la mujer, la minimización del gran potencial que tiene la mujer para desempeñarse en cualquier tarea, por más dura y por más exigente que sea.

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¡Dios mío, líbranos de una guerra! Pero tenemos que prepararnos para defender la patria. Si aquí tenemos que morir defendiendo a Venezuela, aquí moriremos defendiendo nuestra soberanía.

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Un presidente revolucionario tiene que andar en las calles junto al pueblo, en los campos con los campesinos. ¡Un presidente revolucionario no puede encerrarse en un palacio!

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Mi vida es de ustedes, no me pertenece, es del pueblo venezolano; así estaremos abrazados hasta el fin de nuestros días, hasta el fin de nuestros tiempos.

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¡No me cabe en el pecho el amor que siento por este pueblo! ¡Me desborda de pasión y de fuerza!

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 Estoy comprometido con mi vida, con mi muerte incluso, por el destino de Venezuela.

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¡Quien de verdad esté conmigo tiene que ser capaz de morir por el pueblo y por la Patria!”

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¡No podemos fallarle al mundo! De lo que pase en Venezuela, del éxito de nuestra Revolución puede depender, en el futuro, la salvación de este planeta".
 


Edición 16                                                                                            


Contribución al problema de la vivienda
(Fragmentos)

  

Federico Engels nació en la ciudad de Barmen, provincia renana del reino de Prusia, en 1820. A pesar de ser su padre un próspero fabricante, desde muy joven tuvo que dedicarse al trabajo por motivos familiares, lo que lo llevó a relacionarse con la realidad obrera desde temprana edad. Nunca abandonó los estudios, siempre tuvo conciencia de la necesidad de la formación científica y política para su pleno desarrollo como ser humano.
Junto a Carlos Marx, desarrolló las bases del socialismo científico. Explicaron que el desarrollo de la historia de la humanidad ha sido la lucha de clases, en la que se concibe al hombre, y al proletariado en particular, como el único capaz de lograr su propia liberación.
Además, Engels escribió diversas obras en donde abordó temas de gran relevancia como problemas filosóficos, la evolución del hombre, el desarrollo de la sociedad a través de los siglos y el origen de las instituciones en las que se basa el capitalismo para su explotación.
En estos fragmentos, Federico Engels analiza las causas de la problemática de la vivienda, tema de gran relevancia para la Revolución Bolivariana, catalogándola como una consecuencia obligatoria del sistema de producción capitalista, modelo en el cual la mayoría está destinada a la pobreza y la exclusión.

"La llamada penuria de la vivienda, que representa hoy un papel tan grande en la prensa, no consiste en que la clase obrera en general viva en malas viviendas, superpobladas e insalubres.
Esta penuria de la vivienda no es peculiar del momento presente; ni siquiera es una de las miserias propias del proletariado moderno a diferencia de todas las clases oprimidas del pasado; por el contrario, ha afectado de una manera casi igual a todas las clases oprimidas de todos los tiempos.
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Para acabar con esta penuria de la vivienda no hay más que un medio: abolir la explotación y la opresión de las clases laboriosas por la clase dominante.
Lo que hoy se entiende por penuria de la vivienda es la particular agravación de las malas condiciones de habitación de los obreros a consecuencia de la afluencia repentina de la población hacia las grandes ciudades; es el alza formidable de los alquileres, una mayor aglomeración de inquilinos en cada casa y, para algunos, la imposibilidad total de encontrar albergue.
Y esta penuria de la vivienda da tanto que hablar porque no afecta sólo a la clase obrera, sino igualmente a la pequeña burguesía.
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